tag:blogger.com,1999:blog-191802372024-03-07T03:58:03.544-05:00NaNologíasMicrorelatos y Cuentos ExPeditosLos hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.comBlogger21125tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1159571771550846502006-09-29T18:14:00.000-05:002006-09-29T18:19:35.880-05:00Da, Niet, Spassiva<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1024/BlogRussia.jpg"><img style="DISPLAY: block; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogRussia.jpg" border="0" /></a><br />¿Sabes algo, mi amor? Cuando te miro, con tanta cerveza encima y con esta pollada con ají que me he comido, te voy a decir algo, ¿ya? ¿me estás oyendo, no?. Ya, escucha.... Uno, que ayer me dijiste que no te gusta que el piso sea de tierra y que este techo de calamina y toda la hu’aá... que tu sillón de peluquería ya está con el forro gastado y eso que sólo cobras un Sol por el cepillado y tres por el corte, ¿ya?, dos, que en tu espejo casi no se ve nada y que está roto yo no soy el que tiene la culpa, ¿ya?. Сейчас возникла необходимость в переустановки программного обеспечения. При этом возникли проблемы, ы не предоставили компакт... No, no, aguanta, aguanta. No me digas que es mi culpa que a veces no comas, ¿ah?, no comes porque nadie viene aquí. Yo sí como porque en el paradero de la combi siempre alguien me presta para un menú, y ya tú sabes, Miluska, ¿ah?, no me jodas. Tú sabías que la vida iba a ser una mierda cuando te viniste conmigo al arenal: que no ibas a tener agua, que ibas a tener que cagar en balde, que no ibas a tener tus comodidades, sólo un radio, todo eso sabías. Que ibas a tener que trabajar como una bestia también, ¿ya?. Yo te dije, acuérdate, que no iba a poder comprarte ni tus calzones ni tus sostenes, ni tus zapatos de plataforma de ésos que te gustan, ¿ya?. ¿драйверами. Подскажите, что мне делать? Играют только фронтальные колонки. Программное обеспечение было установлено Вами при покупке... ¿Qué me dices oye? ¡¡Здравствуй!У меня та же проблема, что и у Бориса, только чип!!... Oye, mira, mira, mira... ¿qué culpa tengo yo que las cosas acá en Tablada no sean como allá en Lince, ah? ¿Ah? Ahí sí te quedas callada, ¿no?... ¡Ah, pues! ¡Por eso te digo! Entonces no debes joderme, pues, si no me jodieras, yo no te pegaría, ¿ya?, y no te hubiera sacado de las mechas de la pollada de mierda ésa y no me hubiera gastado las diez lucas de tu entrada, ¿ya?... ‘cha que encima jodes, oe’. предоставили Вы не компакт с драйверами, одскажите, что мне делать?... ¿Qué? ‘Ta que no te mando un cachetadón porque si no después no quieres tirar conmigo. ¡No!, mentira, amor, eso sí fue de broma... добавления товара в корзину Вам необходимо нажать на соответствующую ему цену в верхнем окне. No, no, no... aguanta ahí nomás, no hables huevadas... ¡¡Веньшения и увеличения количества товара в корзине щелкните на кнопках со стрелками!!. Oye, mira no me jodas, ¿ya? ¡диз корзины нажмите на изображение крестика! Y encima, respondona te pones, porque cuando estoy en tragos, tú nunca quieres: te pones a dormir con la boca abierta, como para echarme en cara que te faltan dientes, que porque esto, que porque lo otro... ¡caraaaajo! y ya por último, no quieres ni tirar conmigo, y por eso te pego, pues... ¿Y quién me mandó a mí meterme contigo y quererte tanto? ¿ah?... ¿quién me mandó a quererte tanto, Miluska? quién, carajo? Yo solito, Miluska, porque ¿sabes qué?... ¿de verdad quieres saber por qué? ¡Porque ningún conchesumadre me va a venir a decir a mí qué carajo hacer con mi vida!. Y si me vine acá contigo fue por mi gusto, ¿ya?. Y que te quiero, sí te quiero, y eso no le debe importar a nadie, Miluska, ¿ya? ¡Y por último, carajo, si no te quieres dar la vuelta y hacerlo conmigo te cambio, carajo!. ¡оформления заказа нажмите на кнопку 'оформить заказ'. Произойдет полное оформление заказа с указанием адреса доставки, электронной почты !... ¡Ah, carajo! ¡qué tal concha! ¡o sea, encima te molestas y quieres yo me dé la vuelta!. ¡Que yo me dé la vuelta! ¡qué te has creído, Miluska! ¿¡qué te has creído, carajo!? ¿acaso crees que soy como tú, ah?... ¿crees que no he nacido hombre macho, carajo?, que por último ¿qué culpa tengo yo que tú no llames de verdad Miluska y de por eso te sientas como una cagada, ah?... ¿Miluska?... ¡Ja! ¡Willliams nomás!, ¡maricón de mierda!...</div><p><span style="color:#ffffff;">............................................................</span><em><span style="font-size:78%;">cbg, mayo 2005</span></em></p>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1153782201172444412006-07-24T18:02:00.000-05:002006-07-24T20:30:00.580-05:00Corbeaux<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/640/BlogPoilu.jpg"><img style="CLEAR: all; FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogPoilu.jpg" border="0" /></a><br /><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><br /><br /><span style="font-size:78%;"><em>Señor, cuando el frío esté en la pradera,<br />Sobre la naturaleza sin hojas<br />Se abatan desde el gran cielo<br />Los primorosos, adorados cuervos.<br /></em><br /><strong>Arthur Rimbaud,</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-size:78%;"><strong>‘Los Cuervos’, 1871.</strong></span><br /><br /><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><br />Es de noche cuando bajo el follaje escaso del castaño me rebujo, temblando bajo el capote. A lo lejos, mientras silba un mortero, mi mente corre al soldado en el estanque, flotando boca arriba con el enorme hueco negro en la barriga llenándose de esa agua negra y maloliente de la que bebí hoy, alocado por la sed. Vuelvo a sentir el espasmo pleno, la inacabable angustia de esperar la explosión, el rezo para que no volverme un amasijo de metralla y carne en esta tierra oscura. El mortero explosiona, lejos. Me pongo de pie. Vomito.<br /><br /><em>Me llevaste en el tren de Arles a Paris, como a todos los otros campesinos que se montaron conmigo, y a punta de gritos y de golpes en dos semanas me hiciste </em>poilu<em>... Dices que estos veinte días en el frente aún no me enseñan nada con el fusil. ¡Claro!, con estos ojos jamás podré hacer otra cosa. No sé por qué me trajiste si te dije que sólo sabía arar y cultivar cebada, que era bueno para eso y para nada más... Pero ni con eso callas tus gritos, Bouchard. Te odio, sargento Bouchard. Te odio, por imbécil y mentecato. No paraste ni cuando te dije que me asusta la noche, que casi no ver es sentir todo volverse una mancha enorme, que no arregla ni el entornar fuerte los ojos, así. Marsellés de mierda, no quisiste ni oirme aquello de que las noches sin luna me asustan más, porque cuando es domingo y no hay luna, los cuervos te distinguen el brillo de los ojos y ahí nomás te comen los ojos, que por eso en noches sin luna no salgo, que me quedo en casa haciéndole sopa a los perros. Y peor, que se te haya ocurrido decirle al capitán que sí, que el bosque lo tomábamos hoy, justo hoy, maldito domingo de cuervos, hasta el último hombre y a punta de bayoneta... hasta el último de los ochocientos hombres que fuimos, Dorval Bouchard. Hasta mí, el último de tus hombres, el único de todos que supo correr.<br /></em><br />Escupo. Me limpio con el dorso de la mano y levanto la cabeza. Los árboles parecen manos negras y terribles. Me arrodillo, de espaldas al castaño. Pongo el fusil con la punta hacia arriba y repaso a ojos cerrados la bayoneta con los dedos. Oigo el crujido, levísimo, y quedo sin respiración (ha sido cerca, muy cerca). Alguna patrulla alemana que me ha oído, pienso. Llevo la mano al cinto y al sentir la cartuchera vacía un escalofrío de muerte me recorre la espina... Apoyo la espalda en el árbol y me pongo de pie, despacio y sin ruido. Siento más crujidos y en la oquedad, la certeza de que alguien me ha escuchado y también me acecha. Mis manos se crispan mirando lo oscuro del cielo. Siento a alguien acercándose con pisadas sigilosas, de mí apenas a tres, a dos pasos... Mi grito y su grito se mezclan terrible, pavorosamente, mientras las bayonetas buscan nuestros cuerpos. Ha debido venir agazapado y no se ha enterado que ya estoy de pie. Algo en su cabeza cede ante mi embestida con ruido sordo mientras delante de mi pecho cruza su bayoneta enganchándose en mi piel y en mi capote. Caemos, mientras él se sacude en arcadas terribles y chillidos que se ahogan de a poco. Veo que mi lanza le ha atravesado el cráneo por uno de los ojos. Aterrado, suelto el fusil y me levanto de un salto, acercando mis ojos miopes al rostro desfigurado del cual arranco mi bayoneta sólo para darme cuenta de que eres tú, Bouchard, maldito, que no habrá malas nuevas para entregarte allá más tarde, en nuestra retaguardia.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">...............................................................</span><em>cbg, may.05</em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1153775726395098972006-07-24T16:07:00.000-05:002006-07-24T20:30:53.650-05:00Esquina de Rodó<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/640/BlogTranvia.jpg?size=640"><img style="CLEAR: all; FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/640/BlogTranvia.jpg?size=320" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><span style="color:#ffffff;">.\</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Mientras aguardaba la llegada del tranvía, pensaba en que ella aparecería en cualquier momento. ¿Qué le diría?... Ugarte sintió que esa inquietud le empezaba a afectar cuando se sorprendió aprisionando el portafolios nerviosamente. La instrucción recibida del doctor Azcárraga era precisa: esa cliente no debía perderse, los medios no importaban.<br /><br />- ¿El Sr. Manuel Ugarte? –dijo una voz a sus espaldas-<br />- Sí, soy yo – dijo el muchacho, volteando-<br />- Mucho gusto, yo soy la Sra. de Hilliger –dijo la mujer, tendiéndole la mano-. Ha sido Ud. bastante puntual. El que llega es nuestro tranvía. Subamos.<br />- Sí, Sra., de inmediato... –dijo él, sin reacción-<br /><br />Mientras discretamente se secaba el sudor de las manos en las perneras del pantalón al sentarse en el vagón, Ugarte se fijó en el porte distinguido de la mujer. Llevaba un vestido gris de mangas largas y cola discreta y se tocaba con un sobrio sombrero calado. Sus manos eran finas, llevaba las uñas pulcras y muy bien cuidadas. Olía divinamente.<br /><br />- Sr. Ugarte, debo agradecer al doctor Azcárraga que le haya permitido ausentarse del Estudio esta mañana para asistirme con esta diligencia, y a Ud. por llegar a tiempo.<br />- ¡Ah!, Sra., no se fije... Hay muchos clientes del Estudio que nos citan a horas de lo más inusitadas... Hace poco me tocó atender a un cliente que...<br />- ¿Le dijo el doctor Azcárraga por qué lo ha enviado específicamente a Ud., Sr. Ugarte?– dijo la mujer, sin tomar interés en sus palabras, escrutándole el rostro-<br />- No. No, Sra. Me mencionó apenas que...<br />- ¡Mejor! –repuso ella, tajante-. Luego le explico yo, así ahorramos palabras. El doctor Azcárraga ha sido amigo cercano de la familia desde antes de que yo enviudara; su apoyo y consejo personales han sido para mí de gran valía en la gestión de mis asuntos privados, como Ud. seguramente sabe. Dígame, ¿cuánto hace que entró Ud. a trabajar en el Estudio?...<br />- Pues... hace unos cinco meses, Sra. No más allá de eso.<br />- ¡Ah!, casi coincidente con el viaje de bodas del nuevo matrimonio del doctor Azcárraga. Seguramente las nuevas ocupaciones familiares estarán tomándole al doctor parte del tiempo que antes dedicaba a la atención de sus clientes más privilegiados... ¿no cree?.<br />- Yo creo Sra. que, en realidad, no es que el Estudio haya estado desatendiendo los asuntos de Ud., sino que...<br />- Ya conversaremos con mayor detalle acerca de eso, Sr. Ugarte. ¡Llegamos!. Es aquí. ¡Bajemos!.<br /><br />El tranvía se detuvo frente a la casona que hacía esquina con la calle Rodó. Ugarte tomó el portafolios y se levantó del asiento simultáneamente con la mujer. Cuidando la cortesía, se apeó antes que ella, turbándose al darle momentáneamente la espalda y sentirse mirado. Se percató que ella levantaba los ojos al tiempo de alzar levemente el mentón y las cejas, señalando en dirección a la casona. Caminaron uno al lado del otro los pocos pasos hasta la verja. Junto a la puerta, esperaba una criada mayor.<br /><br />- Buen día, Sra., buen día Sr. –dijo la criada, apartándose del quicio-<br />- ¿Alguna novedad para mí, Flora? –dijo ella, mientras entraban-<br />- Ninguna, de momento Sra.; ¿atenderá Ud. al Sr. en el despacho?<br />- Sí, Flora, en el despacho. En el despacho, por ahora. Demos algún tiempo al Sr. Ugarte para ir comprendiendo con mayor precisión todas y cada una de las necesidades que hay en esta casa.<br /><br />Quién sabe si de haber sido algo más avispado, Ugarte hubiera empezado a comprender el porqué la Sra. de Hilliger era cliente tan privilegiada del Estudio apenas un instante antes de que esos dedos de uñas tan bien cuidadas le empezaran a pellizcar, lascivos, la nalga derecha.</div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.................................................................................</span><span style="font-size:85%;"><em>cbg - jul.05</em></span></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1151042993832008132006-06-23T00:58:00.000-05:002006-06-23T01:09:54.050-05:00Cuestión de tacto<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/CM%20Onan.jpg"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/CM%20Onan.jpg" border="0" /></a><br /><span style="font-family:lucida grande;font-size:85%;">Entonces, la mujer de Onán se dió cuenta que éste, había mejorado la habilidad de sus manos para algunas cosas. Pero se puso triste, cuando le sintió el tacto; torpe y distinto, a la hora de acariciarla.<br /></span><br /><em><span style="font-size:78%;"><strong>hp, junio 2006</strong> </span></em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1147360596139091972006-05-11T10:14:00.000-05:002006-05-11T11:44:12.893-05:00La Muchacha Que Fuimos (Perdonando la Discordancia)<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogGirl.3.jpg"><img style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogGirl.0.jpg" border="0" /></a><br />El día en que se empezó a escribir este diario ni ella ni yo sabíamos que iba a parecerse tanto a una de ésas libretitas de ‘<em>Hello Kitty</em>’, ésas que se abren y se cierran con llavecitas ridículas. Estaríamos ella, irremisible admiradora de los <em>Sex Pistols</em> y yo, el del temor a que mi nombre completo apareciera allí. Por eso, al <em>blog</em> le pusimos...<br /><br />Como las cosas que yo escribía, todo se fue desarrollando de modo espontáneo, sin que ella o yo pusiéramos empeño en ir más allá de este monstruoso <em>cadáver exquisito</em> que íbamos componiendo a cuatro manos. Escribíamos todos los días y así posteábamos las ideas, pero, pese a todo, aún teníamos espacios para la conversación liviana y no comprometida de un<em> Messenger</em> por las tardes (ella tenía la sospecha de que su pareja usaba algún lector remoto de pantallas que operaba en su computadora en modo <em>stealth</em>). ‘<em>¿Cómo anda el clima?</em>’, ‘<em>¿Oíste aquello de Lou Reed?</em>’, ‘<em>¿Saliste temprano de dictar hoy, no?</em>’: eran todas frases que bien se hubieran podido decir entre amigos de modo inofensivo. Todo eso escondía nuestro <em>algo</em>.<br /><br />Al responderme el día en que la llamé por primera vez, tras seis meses de <em>chat</em> y <em>blog</em>, me di cuenta de que su voz era débil, distante de la que yo siempre había imaginado. Al fondo correteaba su hijita (también a ella le oí la voz). ‘<em>Me cago por ti</em>’ –me dijo-. ‘<em>Y yo</em>’, le dije, con el agobio de decir algo que no brota espontáneo, que se atora en la garganta. ‘<em>Feliz día, que la pases muy bien...</em>’.<br /><br />Me enteré que murió de enfisema. O lo imaginé, no sé.<br /><br />Acaso sea por eso que la muchacha que ambos fuimos, aquella que a veces sonreía y que meticulosamente guardaba la llavecita en el cajón chiquito de la cómoda cada vez que, primorosa, anotaba otro de nuestros sueños, haya empezado a menstruar hoy. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="right"><strong><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos G., Julio 2004.</em></span></strong></div><div align="justify"><span style="color:#ffffff;">.</span></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1145293855223987202006-04-17T12:02:00.000-05:002006-04-21T12:32:40.520-05:00Feu<div align="justify"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogAltamira.jpg" border="0" /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Cuando nos habíamos ya alejado del bosque y nos guarecimos dentro de la cueva, ella echó sobre el piso las cosas que había ido recogiendo por el camino. Puso entonces dos o tres cortezas de tronco sobre un manojo de hierba seca, tomó dos palillos y los empezó a frotar entre las manos, con movimientos de espiral desde arriba y hacia abajo, rápidamente, una y otra vez, una y otra vez. Yo miraba sin entender qué hacía. Poco después percibí que un llama diminuta brotaba por entre la hierba, mientras una delgada columna de humo empezaba a velarle los ojos. Me miró con aire de superioridad y levantó las cejas, tentándome. Cuando sentí la quemazón en el dedo, tras ponerlo en una brasa, quedé boquiabierto y temblé, aterrorizado. <em>Su</em> fuego era cierto. Tomó una ramita y capturó un poco de éste en la punta. Lo fue acercando a mis ojos, que bizqueaban. Me lancé al piso y la tomé de los pies (algo gruñí, seguramente). Ella me apartó riendo dejándome ver sus desnudos y púberes pechos; volvió a señalarme la pequeña hoguera, el lugar de <em>su</em> fuego. Entonces levanté la cara y cerré los ojos ante ella, en señal de enorme respeto.<br /><br /><em>Click</em>. La tapa de su encendedor cae bruscamente. Con un soplo delicado ella deshace la voluta azul del <em>Cartier Vendôme</em> mentolado que acaba de prender, impregnando el filtro de <em>rouge</em> oscuro. Entrecierro los ojos por el dolor de haberme quedado mirando fijamente la llama. Ahora el humo sube delante de sus ojos mientras levanta la copa de champagne hacia su boca. <em>¿Y ahora por qué me miras así?... ¿acaso te doy miedo?</em>, me pregunta, entre risueña y maliciosa. <em>Nada. Un déja-vu o algo así. Un déjà vu</em>, le digo, mientras las puntas de mis dedos empiezan a erizarle, entre devotos y agradecidos, la piel de su bellísimo cuello. </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="right"><em><span style="font-size:78%;"><strong></strong></span></em></div><div align="right"><em><span style="font-size:78%;"><strong>Carlos Barrientos, Abril 2006.</strong></span></em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1144708209757038972006-04-10T17:16:00.003-05:002006-04-10T18:01:35.546-05:00Skyscraper Melody<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogRain1.1.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogRain1.jpg" border="0" /></a>Desde el piso veintitrés, en esta torre de cristal y acero que tiene más de cien, quedo absorto contemplando el furioso aguacero que cae sobre la ciudad (reconozco ser muy malo con esto de lluvias, impermeables y paraguas: yo nací en el desierto). Me arrebujo intranquilo y tímidamente, con la punta del pie, empujo la escupidera hasta ponerla bajo la gotera que ha empezado a formarse justo al lado de mi escritorio. Aún no quiero pensarlo, pero seguramente habré de rezar si es que el goteo comienza a hacerse preocupante. </div><br /><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="right"><em><strong><span style="font-size:78%;">Carlos Barrientos, Abril 2006.</span></strong></em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1142194941173791812006-03-12T15:18:00.000-05:002006-03-12T15:22:21.196-05:00Caja De Música<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogMusicBox.0.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogMusicBox.0.jpg" border="0" /></a><br />Era dorada y mi abuela la ponía sobre su velador celeste. Estaba cuarteada y sus años tarareaban clinclines de asilo, desdentados. Tal vez por eso ya había adquirido todas las manías de mi abuela. Dos de mis hermanos me contaron que una vez entre ellas dos habían fundido treinta y siete fusas en chocolate y metal <em>dizque</em> para pasar los malos tiempos, y que a duras penas doblaron y anudaron de a poquitos un montón de pentagramas sólo para ponerlos dentro de bolsitas de plástico que escondían debajo de la cama; a mí casi me constó eso en las veces en que entraba de improviso y las sorprendía, traviesas (¡ah!, ¡es que las dos sabían sonreir tan lindo, con esa risa blandita tan propia de las abuelas!). </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Como fuere, sé que aprendí de su secreto en la tarde en que ella, con el baulcito abierto, y con los ojos cerrados, la otra, cuchicheaban del día en que las ruedas, pines y resortitos se volvieron cómplices de todos esos amores y de todos aquellos bellísimos <em>sweet surrenders</em> ocurridos a ritmo dócil de <em>waltz</em>... Fue bonito comprobar que -en lo que duró ese compinche y romántico parloteo- la caja no desafinó ni una sola vez.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"> </div><div align="justify">De ahí en más, todo me resultó más fácil. Una vez conocido ese secreto, me explico el porqué de que jamás yo desafine: ¡es que llevo el corazón afinado en clave de Amor Mayor!</div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em> </div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em> </div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Setiembre 2003.<br /></div></span></em>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1138745243978900862006-01-31T17:02:00.000-05:002006-01-31T17:10:53.543-05:00Craps<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogCraps.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogCraps.jpg" border="0" /></a><span style="font-size:78%;"><em>"The sacred geonetry of chance,<br />The hidden law of probable outcome:<br />The numbers lead a dance"<br /><br /><strong>'Shape Of My Heart', Miller / Summers, 1985.</strong><br /></em></span><br /><br /><p align="justify"><em>La escena está comenzando a rodarse (Foro 4).</em><br /><br />Es de noche. Al fondo, un escenario pintado que asemeja un muelle. La <em>Panavision</em> de 35 mm. inicia el travelling aproximándose por detrás a un grupo de hombres acuclillados sobre la cubierta de un barco. Pantalones de pliegues, camisas con las mangas cortas dobladas hacia arriba, bigotes delgadísimos, peinados de copete alto y gomina, algunos gorros marineros. Una voz en <em>off</em>:<br /><br />“<em>Hace una semana que he llegado a Veracruz. A hoy, eso es una eternidad completa. Llegó el momento de tomar una decisión: partir o quedarme... Como si todo pudiera reducirse a eso. Partir o quedarse...</em>”<br /><br />La cámara, rodando sin ruido por un riel sobre el piso, bordea el círculo de hombres. Juegan a los dados, se les enfoca a las caras: se miran brevemente entre ellos, asienten. <em>Zoom in</em>: rostro del hombre en sus treinta, un rulo cae sobre su frente.<br /><br />- Eche los dados, es su turno –dice uno-.<br />- Siete, siete, siete… -dice él, con una media sonrisa. Frota los dados con las manos cerradas, los sopla. Mira en derredor sin mover el mentón-<br />- <em>Craps</em>, ¿eh?... curiosa manera de decidir si zarpa hoy, ¿no, amigo?, -dice un tercero, alisando dos billetes -.<br />- (<em>Mirando al tercero, de lado</em>) Uno nunca sabe en qué puerto lo va a dejar el destino ¿no cree?. -y lanza los dados, que ruedan sobre la madera clara-.<br /><br /><em>La escena ha comenzado a rodarse hace veinte minutos (Foro 5).</em><br /><br />Encuadre francés. Junto a una ventana abierta, una cama a medio destender. Larga galbana de domingo, olor a siesta, dos cuerpos calientes y respiraciones satisfechas. La radio encendida, una voz de atardecer, femenina, confesando en portugués dulcísimo:<br /><br /><em><span style="font-size:85%;">Si acaso me quisieras sobre todas las mujeres / Sí, a mí, de la que hablan todos por ahí / Anda, dame rienda, tómame en prenda / Yo te hablaré de bondades, te diré medias verdades siempre a media luz / Y serás amo y maestro, preciado poseedor / Mas a la mañana siguiente, si aún me quieres no te apartes de mí / No, no me digas nunca que te veré partir…<br /></span></em><br />El cielo es el de Río de Janeiro, teñido de un rosado-celeste indiscreto, irrespetuoso, sensual.<br /><br />- ¿Hueles eso? -él mira al techo, la cabeza de ella descansa de lado en su brazo-.<br />- Mmmmm... sí. Huele a pan, ¿no?... -susurra ella-.<br />- Huele a pan.¿Te acuerdas?.<br />- Sí.<br />- Oye...<br />- ¿Mmmm? -ella remolonea y se acomoda, frota la barbilla sobre el brazo de él con los ojos aún cerrados, lo huele-.<br />- Uffff... ¡qué calor hace!... -se levanta, desnudo; camina despacio hacia la ventana, apoya las manos en los bordes y mira al infinito. Suspira-.<br />- (<em>El mentón aún sobre la sábana, los ojos abiertos</em>) ¿Y...? ¿Decidiste?...<br />- (<em>Sonriendo y mirándola de lado</em>) ¿Y si mejor lo dejo a la suerte?...<br /><br /><em>Claqueta y corte (Foros 4 y 5). </em><br /><br />El blanco y negro se va haciendo de colores, el telón del escenario cobra dimensión, se vuelve un muelle sobre la bahía de Guanabara.<br /><br />Llega el ocaso, gerundio, como un pincel enjuagándose en el agua.<br /><br />En la cubierta de un barco, dos dados ruedan, atemporales. </p><p align="justify"></p><p align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Junio 2005.</span></em></p>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1138642329288504572006-01-30T12:27:00.000-05:002006-01-30T14:26:50.043-05:00Negro. Sin Filtro.<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogCigarr.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogCigarr.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Esa tarde estábamos reunidos Babs, La Maga y yo. En el <em>pickup</em> sonaba un tema de Charlie Parker, y mientras me fumaba lo que tranquilamente podría ser mi último cigarrillo en semanas, no podía dejar de pensar en lo singular que era mirar el humo azul teniendo a París como telón de fondo cuando hay un terrible aguacero. Sudando frío y con una inquietud molesta, en medio de la música oí un rumor repitiéndose (no sé, acaso sería el <em>scratch...</em>). Pensé que mi vida no era la vida del personaje gris inventado por un escritor tan gris como yo, ni que estaba con Babs ni con La Maga, que no llovía afuera y que el humo en vez de ascender, regresaba quedamente hasta la brasa leve de mi cigarrillo. Se me ocurrió pensar que estaba desensamblando un universo y que me estaba inventando otro, del lado de un computador que sonaba a <em>Queen</em> y que, tranquilamente, me ponía a escribir sobre un teclado con las dos manos. Debí hacerme otro hombre, porque me sentí menudo y mayor (no tengo cómo saberlo). Entonces me fijé que el escritor podría ser yo, y que todos los hombres podrían ser yo, en la infinita repetición de una mirada que apunta a los humos que salen de un cigarrillo, que tienen como fondo a la lluvia, que son nostálgicos y están llenos de <em>ennui</em>... Babs, La Maga, La Maga, Babs. Tal vez sí, visto desde mi perspectiva, desde este sillón viejo y maloliente que soporta mi abrigo gris, mis zapatos negros y húmedos, mi temblorosa humanidad, quién sabe si me gustaría ser el otro, el que está detrás de mis ojos. La Maga, Babs. Babs, La Maga. Charlie Parker, <em>Queen</em>, cincuenta años de por medio, prestándole al intruso mi perspectiva de trompetas y <em>jams</em> y él prestándome la suya, de pianos, sillón verde, <em>pullover</em> de lana azul y quieto olor a <em>Davidoff</em>. Pero no. No me place la complicidad cómoda y burguesa que él quiere encontrar sólo porque mira al infinito entre humos tristes y lluvias leves. Preferiré sentirme muy distinto a él y verlo quebrarse cuando se quede solo, cuando me lleve a Babs y a La Maga y él las empiece a extrañar de un modo angustioso y terrible. Cuando eso pase, el cielo estará gris y lluvioso, la música seguirá sonando y él encenderá un último cigarrillo, pensando en que Babs y La Maga estarán ahí sólo porque él lo escribe.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em> </div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Febrero 2001.</span></em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1138404167223323002006-01-27T18:16:00.000-05:002006-01-27T18:24:10.023-05:00Accidente<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/Roswell_les_debris.jpg"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/Roswell_les_debris.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Beta apagó el interruptor y entró al habitáculo atemorizado como un niño. Alfa, que dormitaba sobre lo que parecía un capullo blanco y aterciopelado, se asustó al ver los ojos de su compañero, enormes, negros y vacíos. Luego le dijo:<br /><br />- ¿Por qué ya no nos movemos?.<br />- Es que creo que nos han visto.<br />- Imposible, tenemos el dispositivo de invisibilidad.<br />- Se dañó.<br />- ¿Se dañó? ¡Cómo!.<br />- Cuando nos dispararon ese extraño proyectil…<br /><br />En ese instante, Alfa, se dio cuenta que mientras hablaba, Beta se desvanecía. De un lado del cuerpo, una herida visiblemente profunda y mortal, manaba un líquido semejante a la sangre. Seguidamente, un fuerte impacto lo remeció todo. Aturdido en el suelo, se escarapelaba con el sonido de la escotilla al ser violentada y, las luces fuertes que alguien le dirigía directo al rostro. Cuando lo levantaron, lo ultimo que vio al salir, fue el enorme letrero que decía: <strong>“Welcome to Roswell”.</strong></div><div align="justify"><strong></strong> </div><div align="justify"><strong></strong> </div><div align="justify"><strong><span style="font-size:78%;"><em>Hernàn Polo, Enero 2006.</em></span></strong></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1137991016682269242006-01-22T23:33:00.000-05:002006-01-22T23:36:56.686-05:00Cero punto cero dos centavos<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/seor%20b.0.jpg"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/seor%20b.0.jpg" border="0" /></a><br /><blockquote id="e8e32099"><div align="justify">Debo esperar unos minutos hasta que el motor caliente bien. Eso es lo malo en los autos viejos: uno nunca sabe cuando les dará un infarto y quedarán allí, muertos, sin nadie que pueda resucitarlos, como carroña para la corrosión. Escojo un camino rápido para esquivar la hora punta – son las ocho menos cuarto -. Llego a mi oficina, el hastío se inicia al ver los papeles acumulados sobre mi escritorio, al frente las calles de san isidro comienzan a tener movimiento, los clientes inícian su ingreso en la agencia del banco donde trabajo.<br /><br />Pasan las horas. No hay mucho movimiento, entonces aparece el señor B, un israelí avaro de la colonia judía, delgado desde que le quitaron la mitad de su intestino, con su cabello blanco y rumiando goma de mascar sabor a hierbabuena. Se acerca hasta mi escritorio. <strong>“Polito, ¡Me están cobrando dos céntimos de dólar en mi tarjeta de crédito!, ¿A qué se debe?”</strong>, Reniega.<br /><br />Reviso su tarjeta de crédito en mi sistema, efectivamente adeuda ese insignificante monto. Trato de explicarle que se debe a un saldo que olvidó pagar. Se pone rojo, le sube la sangre, arma su típico escándalo, le hablo bonito y, termina por tirarme los papeles sobre el escritorio, luego se larga.<br /><br /><strong>“Santiago”</strong>, le digo al muchacho de caja, <strong>“Paga en la tarjeta del señor B, cero punto dos céntimos y los debitas de mi cuenta”</strong>.<br /><br />Por el ventanal sigo los pasos del judío mientras se va. Así continuará mi día, ahora comprendo a Hitler. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><strong><span style="font-size:78%;">Hernán Polo, abril 2005</span></strong></em></div></blockquote>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1137897434695710322006-01-21T21:23:00.000-05:002006-01-22T13:19:25.366-05:00Carta De Alosyus Sensinni<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogReloj.jpg"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogReloj.jpg" border="0" /></a><br />Cuál es la forma correcta de medir el tiempo. Por qué preferir la terquedad de engranajes y agujas si existen pulsiones más confiables. Digamos. El vaivén del mar de oscuridad y destello que deja tu mirada. El vuelo de tus manos, desperezándose para tomar con asombroso descuido alguna extremidad del mundo. Sordos movimientos que concluyen y reinician universos sin aspavientos, sin la exigencia de gritar un mediodía cualquiera. Y si el tiempo no fuera más que un curioso bicho al que debemos enseñar a marchar de regreso. Volver al desamparo de saber que sí existes y no tener certeza de tu propia búsqueda. Reconstruir nuestras voces iniciales, tímidas caricias que atraviesan muros y distancias. Restablecer la sumisión al primer contacto con tus labios. Reincidir en el temprano descubrimiento de la supremacía de escuchar y ser escuchado sobre cualquier urgencia de la piel. Y si el tiempo no fuera más que un bicho que se revuelca de patas y caparazón en el lodo del presente y se alimenta a desesperados bocados de un futuro incierto y viscoso. Entonces, no queda otra cosa que escuchar el crujido del tiempo debajo de la presión de mis zapatos. Ya no está, no existe más, adiós tiempo. Si no existe, no podrás acusar de necedad el que sienta por ti lo que uno siente cuando empieza a querer a otra persona, sin más, sin importar que hoy sea hoy y que los días de conocerte sean apenas unas cuantas hojas que no alcanzan a cubrir los restos del tiempo.<br /><p align="justify">* <span style="font-size:78%;">Carta reproducida con autorización del autor, sin pretensión de beneficios ni ánimo de contravenir derechos de <em>copyright</em> (o <em>copyleft</em>, que no es lo mismo). </span></p></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1137198794609106822006-01-13T19:23:00.000-05:002006-01-13T20:19:57.160-05:00Lab<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogAdan.1.jpg"><img style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/BlogAdan.jpg" border="0" /></a><br /><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogAdan.0.jpg"></a><br /><div align="justify"><em>¿En qué piensas?</em>, dijo ella, apenas terminaron de hacer el amor. Él bufó, aburrido. Siguió callado y, para dormirse, contó una y otra vez los espacios de las varias costillas que Creador le había birlado en todas estas noches de ensayo y error.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos, Enero 2006.</em></span> </div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1134152739233517312005-12-09T13:17:00.000-05:002005-12-09T21:45:29.610-05:00Ojos De Catherine Deneuve<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogBaller.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogBaller.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">A todos los tratados sobre hacer dedicatorias, olvidada arte menor, delatora e íntima.<br />A Sigmund, por andarse sin rodeos.<br />A Franz K., por el abecedario,<br />A la calle Alcanfores, por ciertas libertades civiles que no están consagradas en ninguna Constitución,<br />y a Pelikan, por el papel carbón.<br /></span></em><br /><br /><strong><span style="color:#ff9900;">Ansia</span></strong><br /><br />C la ve bailar sobre el escenario maquillada y en una bata translúcida mientras se revuelve incómodo en la butaca. Al lado, A toma el lápiz y escribe pausadamente: <em>sus manos parecen descansar como mariposas agotadas</em>. C susurra a A, procurando no distraerlo, "<em>Esas manos me gustan. ¿Tratarás ahora con sus pechos?</em>". C se vuelve hacia H, enarca una ceja y éste asiente tres veces, complacido.</div><div align="justify"><br />En el escenario ella se detiene y mira incrédula sus manos. Dirige los ojos hacia el telón luminoso que hacen los reflectores, sonríe agradecida al impenetrable fondo negro, hace una venia y vuelve a bailar sin enterarse cuán perfecta llegará a ser cuando este majestuoso <em>pas-de-quattre</em> termine.</div><br /><p></p><p><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Diciembre 2005.</span></em></p>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132881228476328932005-11-24T19:58:00.000-05:002006-11-13T07:44:15.916-05:00Página En Blanco<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogSheet.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/400/BlogSheet.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify">Al instante sublime en que la página aún está en blanco, <em>with love and squalor</em>.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br /><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong>EL DINOSAURIO</strong></span><br /><br />Había galopado sobre sus huesos anchos y quejumbrosos apenas unos segundos. A él le pesaron demasiado las dos semanas sin verla, y luego de un gemido tosco de moribundo, cerró los ojos para tentar el sueño. Ella prefirió permanecer desnuda, y aprovechó para reconocer los adornos desperdigados sin ningún orden por la habitación: la mosca tallada en madera y el mono de felpa con el sexo al descubierto, la disuadieron de seguir husmeando. <em>Tito</em>, le dijo en algún momento, <em>¿cómo va tu novela?,</em> y él giró sobre su obesidad, con la única intención de no responder. Estando fuera del alcance de su mirada, ella le echó un ojo a la torre de papeles que tambaleaba sobre el escritorio. Sólo la primera hoja tenía dos palabras anotadas (con pésima caligrafía para su gusto): <strong>Cuando despertó</strong>. Ni siquiera una frase, se dijo, hastiada de tanta holgazanería. <em>Tito</em>, volvió al ataque ella, <em>¿te gustan los dinosaurios?</em>. </div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Augusto Effio, Noviembre 2005.</span></em></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"><strong>EL ÚLTIMO RETRETE</strong></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Tres veces alcé la mano para ir al baño. La maestra, como leyendo mi mente, accede una vez más a darme permiso. Los demás estaban con la cabeza abajo moviendo los lápices a un solo ritmo. Corrí sin parar hasta encerrarme en el último retrete de los servicios del primer piso. Me desabroché la correa y baje los pantalones hasta el final, no por necesidad de cagar, sino, para aparentar estar ocupado por si alguien venía. "<em>Maldita composición</em>", pensé, el tema : "<em>La visita del Papa al Perú</em>". Me recliné en la pared como dejando que las frases, fueran viniendo solas, suspiro, no quedaba mucho tiempo.<br /><br />Un par de horas después, sonó el timbre de la salida seguido del bullicio de los alumnos por irse a casa. Nuevamente silencio. Me subí el pantalón, corrí el pestillo y fui al salón para recoger mis cosas. El sitio estaba solitario y a oscuras. Sobre mi carpeta, el lápiz hacía guardia al papel en blanco, tal como los dejé antes de mi huída. Fue entonces, que empecé a sentir un retorcijón, justo al centro de mis entrañas.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Hernán Polo, Noviembre 2005.</span></em></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;"></span></strong></div><div align="justify"><strong><span style="font-size:130%;color:#ffcc33;">BAKER STREET</span><br /></strong><br />La mancha de la gota de tinta empezó a esparcirse lentamente desde el momento en que se detuvo a pensar -con la pluma estática y recién humedecida a una pulgada sobre la hoja de papel en blanco- en cuáles serían las exactas palabras que resucitarían al héroe después de tan monstruosa caída.<br /><br />Bajó la mano y escribió: "<em>Una vez que Holmes hubo salido del pozo...</em>".<br /><br />Súbitamente, la mancha de tinta en la esquina del papel adoptó una forma que le era angustiosamente opresiva. Dejó caer la pluma y tapándose la boca con ambas manos dio un brinco hacia atrás, horrorizado.<br /><br />Pocos pasos detrás de Holmes, Moriarty estaba sacudiéndose el polvo de la capa con las manos.<br /><br />Invicto.<br /><br />Malignamente, sonriéndole.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;"></span></em></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Noviembre 2005.</span></em></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132609331025944812005-11-21T16:27:00.001-05:002010-11-07T23:30:59.707-05:00Hanan Pachaq Llanq'y (O Tocar El Cielo, Que Le Dicen)<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogSky.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; FLOAT: right; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogSky.jpg" /></a><br /><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogSky.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; FLOAT: right; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogSky.jpg" /></a><br /><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogSky.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; FLOAT: right; CURSOR: hand" border="0" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/320/BlogSky.jpg" /></a><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Bolero</span></strong><br /><br />El crujir de los tablones en el salón, se disimulaba muy bien con los compases adormilados de la música. A Herminio no le gustan los boleros, pero el aguardiente anegado en sus pupilas y en los recuerdos de su mala fortuna con las mujeres, lo obligan a tomar el talle de su acompañante e improvisar un par de pasos de desagravio. <em>¿Cuánto por subir?</em>, se apresura a requerir Herminio, viéndola a ella posar la cabeza sobre su hombro. <em>Son cincuenta, dejas veinticinco en la barra y el resto me los das a mi, al final</em>, explica la muchacha, desentendiéndose de la melodía que mueve sus caderas. A mitad de los escalones, Herminio se anima a pellizcar el bulto que encuentra al final de la espalda de la muchacha. Ella retrocede con un contoneo firme, en señal de aprobación y demanda que el pago sea por adelantado. Sin contar los billetes, los oculta entre sus piernas, besándose luego la punta del índice y ofreciéndosela a Herminio con los labios apretados. <em>Esto es sólo el comienzo</em>, agrega ella, palpando la erección de Herminio con la otra mano. Ya en el pasadizo, caminan separados. A Herminio le extraña escuchar con absoluta nitidez el eco de los tacones de la muchacha, y nada más que eso. Se dice de inmediato que aún es temprano, y que tal vez sea el único cliente que al que no le gustan los boleros. Ella elige una habitación y arrastra a Herminio a la oscuridad que se abre justo detrás de una puerta. Sin distinguirse el uno al otro, inician con un largo beso en la boca.<br /><br />Al cabo de unas horas, se les ve nuevamente en el salón. Ahora, la pista de baile está casi desierta. Herminio pide otro aguardiente, tiene los labios resecos. Se inicia la tonada del siguiente bolero y él estira la mano, invitándola a retomar el baile. Ella se queda sentada, libera un suspiro perezoso y responde, <em>diez por pieza, pero esta es la última, ¿de acuerdo?</em>.<br /><br /><em><span style="font-size:85%;">Augusto Effio, Noviembre 2005</span></em><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Creación</span></strong><br /><br /><em>Él hace que suba, apurándola.</em><br /><br />Sin darle tiempo siquiera a acomodarse sobre el andamio y volcando un tarro de pintura (que cae con tremendo estrépito sobre el mármol, coloreándolo) el aprendiz le levanta las enaguas y la empieza a follar, desvergonzadamente. La estructura, alta y frágil, sigue el movimiento rudo y acompasado de sus caderas mientras la moza se muerde los labios. En algún momento de su afanado meneo ella ha extendido los brazos y ha rozado con el índice, imperceptiblemente, la pintura fresca. Ahora ella le abraza con furia y ruega que la riquísima dulzura que siente jamás se acabe (es celeste, aún a ojos cerrados). Él termina de zarandear -satisfecho, babeante y breve- el primer orgasmo que ha tenido con una mujer en su vida. Se besan, húmedamente. Ella gira la cabeza y, viéndolo todo desde la quietud de la plataforma, piensa en Dios y siente que él es como Adán, desnudo y enorme.<br /><br /><em>Él hace que baje, sonriéndole.</em><br /><br />Piensa: antes de limpiar el estropicio de la pintura sobre el mármol y que alguien lo reprenda malamente debe retocar el borrón que ella ha dejado con uno de sus dedos sobre el fresco. No fuera a ser que en 1980, cuando empezaran las faenas de reparación integral de la Capilla, a esa restauradora de ojos verdes tan bonitos se le pudiera ocurrir pensar (así, echada de espaldas) que ese detalle, tan pequeñito, se le hubiera podido escapar de un modo tan burdo a su maestro.<br /><br /><em><span style="font-size:85%;">Carlos Barrientos, Noviembre 2005.</span></em><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Problema Personal</span></strong><br /><br />Me senté al borde de la cama, con las piernas desnudas y bien juntas, apoyando mis codos sobre las rodillas y el mentón en los nudillos, me sentía terriblemente mal. Sara, dormía plácidamente envuelta entre las sábanas, dejando al aire su trigueño muslo. El trajín fue duro. Ahora, miro al techo y callado me pregunto, <em>¿Por qué me siento tan mal?</em>. Al rato, su mano suave, me toma por el hombro y me dice :"<em>Ya, no te preocupes más y échate a mi lado para calentarnos que hace frío, nos queda poco tiempo</em>". Sin voltear le pregunto : "<em>¿Qué te pareció? ¿Estuvo bien?</em>", se rió con picardía y me respondió, "<em>Con el tercero, creo que traspasé el cielo</em>". Silencio total. Abrí las sábanas y me acurruqué a su lado, pasándole la pierna por encima, se sentía tan bien, que me dormí al instante.<br /><br /><em><span style="font-size:85%;">Hernán Polo, Noviembre 2005.</span></em></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132607328577384782005-11-21T15:58:00.000-05:002005-11-22T20:23:23.973-05:00En Solitario<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogLoneRan.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/BlogLoneRan.jpg" border="0" /></a><br />Fruto de la vid, del trabajo del hombre y de un buen Word: mini ensayos en solitario. <em>Hi go, Silver</em>!<br /><br /><br /><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Acto Fallido</span></strong> (<span style="font-size:78%;">A Una Foto Del Álbum De La Abuela</span>)<br /><br />Al caérsele el aguamanil y mojársele las polainas, siguió con los ojos el rastro de agua sepia hasta que ésta llegó al margen, recto y blanco. Levantó la mirada y vio los ojos incrédulos de su gigantesco observador asiendo el fotograma y con los dedos empezando a mojársele. Se alisó el mostacho engominado y se acomodó la levita. "<em>¡Bien hecho!" </em>-pensó- y volvió a quedarse del todo inmóvil.<br /><br /><br /><span style="color:#ffcc00;"><strong>Caja De Arena</strong></span><br /><br />Catufo, Toulouse y Miú-Miú se lamen eufóricos, hocicos y bigotes al confirmarse el veredicto, unánime, mientras pancartas y maullidos de entre el público desaparecen y el fiscal menea complacido la cola. En el banquillo, Curiosidad piensa en los años que le va a tomar cumplir siete cadenas perpetuas.<br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Cloroformo</span></strong><br /><br />Mi papá sí aguanta porque me contó que cuando era chico iba al camal a ver cómo le cortaban el cuello a los chanchos. Se ha molestado conmigo porque salí corriendo cuando el veterinario sacó la tijera, tomó la cola del cachorro y la alistó para cortar. He ido a esconderme lejos y aunque tengo las manos sobre los oídos, dentro de mi cabeza el perrito sigue gritando.<br /><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Omnes Viae Romam Ducunt</span></strong> (<span style="font-size:78%;">A Las Calles De Una Ciudad Extraña</span>)<br /><br />Él: Indolentes de mierda, ya no las quiero. ¡Yo quería ir a La Guardia saliendo por la 72! ¡Miren dónde me han traido, perras malditas!.<br /><br />Ellas: ¿ Tú no eres de aquí, no? (Ríen, terribles).<br /><br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos, Noviembre 2005.</em></span></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132596290060479902005-11-21T12:57:00.000-05:002005-12-09T17:33:24.130-05:00¡De Cajón!<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogCajon.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/BlogCajon.jpg" border="0" /></a><br />¿Se han fijado que al salir de un hotel, invariablemente, todos nos fijamos por si dejamos olvidado algo en alguno de los cajones que jamás abrimos mientras duró nuestra estadía?<br /><br /><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Natura Abhorret A Vacuo</span><br /></strong><br />Me molesta la costumbre que tiene la gente común (no así los que son realmente viajeros) de revisar los cajones del armario y de los veladores cuando se aprestan a dejar una habitación de hotel. Me ha molestado bastante más esta niñita de hoy (la ciega, me refiero) que al abrir este tercer cajón me haya descubierto, así, tan impresentable. '<em>¡Shh!</em>', le dije, y seguí durmiendo.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos, Octubre 2005.<br /></em></span><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Cosas Pendientes<br /></span></strong><br />Antes de salir se rascó las manos con desesperación. Vanessa, aún en la ducha, le iba dando órdenes precisas sobre la ropa de cama y que, sobre todo, no se olvide de esconder las pantuflas y la bata con el curioso emblema del Hotel dentro del equipaje -era coleccionista-. Harto ya de esta venia absurda, acomoda las cosas en el maletín, hace un bulto las pantuflas y la bata, pretendiendo esconderlas en el cajón del velador, pero está lleno de lo mismo; va al otro velador, igual. Piensa en el <em>closet</em>, lo abre, en sus respectivos ganchos, una variedad de batas es acompañada de sus respectivos pies felpudos. De pronto, la ducha deja de sonar. Desata el bulto, tensa la correa de la bata y camina hacia el baño silenciosamente, mientras Vanessa, sigue dándole la espalda.<br /><br /><em><span style="font-size:85%;">Hernán Polo, Octubre 2005.<br /></span></em><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Colt .38</span></strong><br /><br />Se dan un último beso, alisan sus ropas para disponerse a salir y, qué sorpresa, ninguno recuerda dónde fue que dejaron el tablero con el 2014 atado a las llaves. Mientras él revuelve las sábanas y se toma los bolsillos, ella abre el cajón de la mesa de noche. Una Colt .38 se le presenta ante sus ojos, recortada por el resplandor del pañuelo blanco que le obsequió en su último aniversario. Ella no ha preguntado nada, pero él ha respondido: "<em>pensé que finalmente me dejarías</em>".<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Augusto Effio, Octubre 2005.</em><br /></div></span>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com65tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132595418492443162005-11-21T12:37:00.000-05:002005-11-22T20:25:29.563-05:00Historias Siniestras y Mínimas<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogLeftHan.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/BlogLeftHan.jpg" border="0" /></a><br />¿Se han fijado en la torpeza de la mano derecha de un zurdo?<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /></div><div align="justify"><strong><span style="color:#ffcc00;">La Mano No Cuenta</span></strong><br /><br />El sushi bar no estaba tan concurrido como otras veces. Edwin, tras la barra, con mano diestra hacia los cortes en el pescado para luego aderezarlo en el wasabe y armar una bolita de arroz con su trocito de ebi, maguro o tuna. Lo mismo cuando cortaba los makis y sacaba diez redondos trozos. Al costado, un muchacho de ojos pequeños -japonés a leguas- esperaba impaciente le coloquen los primeros bocadillos.<br /><br />Una vez servido, separó los palillos de bambú con la mano derecha y la boca, se los colocó en la mano izquierda, que era en realidad una prótesis inerte. Luego empezó a comer apresurado. Edwin, me acercó la orden de sushi y sashimi, notando que miraba fijamente al curioso vecino de barra. "Felizmente está comiendo con la mano buena, porque cuando usa diestra, todo el arroz, que desperdicia".<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Hernán Polo, Octubre 2005.</em></span><br /><br /><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Praxis</span></strong> </div><div align="justify"><br />Me retiro de la entrevista y, de antemano, sé que no me van a elegir. Demonios, jamás tendré una segunda oportunidad, eso está claro. La fundación otorga una de estas becas cada diez años. Ya me lo habían dicho: la derecha hombre, la derecha, practica un poco con una bolsa de agua o una zanahoria, esos detalles cuentan. Y sí, claro que los detalles cuentan. El mundo entero no está hecho para los zurdos. Tardé un poco en colocar el anular y al índice lo percibí casi como un cadáver y, bueno, al final no estreché sus manos con la decisión y autoridad que se espera en estos casos, estoy seguro. En fin, ya veré la forma de continuar con mis investigaciones. Además, creo que ya se habían impacientado un poco cuando les hice saber que mis estudios para demostar que no son cuatro elefantes sino cuatro rinocerontes sobre los que reposa la tierra, se habían interrumpido por falta de financiamiento.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Augusto Effio, Octubre 2005.</em></span><br /></div><div align="justify"><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Textura</span></strong><br /><br />Y si te fijas, nadie se podría dar cuenta que acaba de salir del Larco Herrera. En serio. Estuvo dos años. Ahora te digo. La semana pasada lo vi en casa de su madre y me dijo que se había regenerado, o al menos, que estaba en eso; parece que también es un tema de lateralidad porque él es zurdo, ¿sí sabías, no?. Espera que ya te digo. Una vez por poquito se desmaya, ¡si no lo haría como una bestia!. Ahora se está curando, según el doctor. Onanista es. Dieciocho veces al día, nueve sólo con la izquierda. No me fijé: cuando se despidió, sí llegaste a darle la mano, ¿no?.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos, Octubre 2005.</em></span><br /></div><div align="left"></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19180237.post-1132593686284727312005-11-21T12:01:00.000-05:002005-11-22T20:25:06.696-05:00Detrás del Mostrador<div align="justify"><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/1600/BlogCashReg.1.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2684/1884/200/BlogCashReg.1.jpg" border="0" /></a><br />¿Se han fijado en que cuando alguien nos atiende tras un mostrador parece ser de mayor estatura de la que realmente tiene?<br /><br /><br /><br /></div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><strong><span style="color:#ffcc00;">Mujeres Contradictorias</span></strong></div><div align="justify"><br />Le sirvo la última cuba sin sacarle los ojos de encima. Cada viernes, sin falta, el muy descarado viene, se sienta en la mesa más cercana de la barra y se come con la mirada a mi dulce Maruja. Ella, sin darse por enterada, sigue peleando con la máquina registradora, anotando los pedidos con la letra redonda y clara que yo mismo le enseñé a dibujar desde que se vino a vivir conmigo a casa. El tipo me arroja unas monedas, hace un gesto para atraer mi atención y me cuestiona, ¿has visto alguna vez una mujer más contradictoria que aquella?, señalando a Maruja con sus labios inferiores. Si no le rompo los dientes, es porque me he quedado pensando en la forma en que Maruja me ha convencido de tomar este empleo. Es ella la que debe todo ese dinero, pero soy yo el que se siente culpable. Ambos la vemos salir detrás del mostrador con dirección al baño. El sujeto repite la mueca anterior y allí estoy yo nuevamente escuchándolo decir: "<em>Puedes creer que un metro sesenta de estatura, a lo mucho, puedan caber esas piernas infinitas</em>". </div><div align="justify"></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Augusto Effio, Octubre 2005.</span></em><br /></div><div align="justify"><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Walter </span></strong></div><div align="justify"><br />Al muchacho lo trajeron para reemplazar a otro cajero durante una semana. Era apacible y dócil. El señor Pinto, un indio recio de ojos verdes y gesto marcado, entró al banco gritando barbaridades, como siempre. Se acercó a su ventanilla y le armó un escándalo, para variar, de la nada. Walter, lo miró fijamente, se puso de pié lento y calmado, mientras el eufórico cliente lo seguía con la vista hacia arriba, conforme su estatura crecía hasta casi rozar el techo de la estancia. Silencio total. Luego, el señor Pinto dio media vuelta y se marchó, dejando en el suelo la huella sucia de sus zapatos, en minúsculos charcos de orine.<br /></div><div align="justify"><em><span style="font-size:85%;">Hernán Polo, Octubre 2005.</span></em></div><div align="justify"><br /><strong><span style="color:#ffcc00;">Cash Register<br /></span></strong><br />Esperancita, lo reconocen todos en el restaurant, hace todo bien mientras dura su turno, por eso es la favorita de los clientes más habituales (en retorno, muchos de éstos le regalan una sonrisa: ella siempre las devuelve con ojos brillantes, de arriba hacia abajo). Precisamente ahora mira el reloj y se percata de que son las cinco pasadas. Se saca el mandil, el gorro blanco; borra con alivio la sonrisa de su rostro, deja de levitar, chapa sus cosas y se va.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><em>Carlos Barrientos, Octubre 2005.</em></span></div><div align="justify"></div><div align="left"></div>Los hijos negados del Dr. Nohttp://www.blogger.com/profile/01447471057389693502noreply@blogger.com0